En los últimos días de ha vuelto tendencia una historia que tiene a usuarios llorando en todo internet. Y es que ahora que es Navidad, tiempo de dar y recibir, la historia de Los sándwiches de Hernán tocó miles de corazones. Quizá porque con el frío uno anda más sentimental que de costumbre o porque el gesto en sí es bello.
Por eso en caso de que no lo hayas leído o visto en redes sociales, hoy queremos compartirte la historia de Los sándwiches de Hernán. De Colombia para el mundo, trae una profunda reflexión sobre el maravilloso gesto de compartir nuestra comida en tiempos difíciles. Esta historia llegó a nosotros a través de la página de Facebook del influencer colombiano Pingui Rodríguez, quien relató el suceso en el barrio de Manrique, Medellín, Colombia.
La historia detrás de Los Sándwiches de Hernán
En Medellín, Colombia, hay una esquina en el barrio Manrique, donde todos los días aparecen sándwiches. A las 3 AM. Exacto. Envueltos en papel aluminio. En una bolsa plástica colgando de un poste. Nadie sabía quién los dejaba. Los habitantes de calle del sector los esperaban. Si llegabas a las 3:15 am, ya no había nada. Esto pasó todos los días durante 6 años. De 2016 a 2022. Sin fallar. Ni un solo día.
Ni cuando llovía, ni en Navidad, ni en Año Nuevo. 3 de la mañana, siempre. Sin embargo, en 2022 dejaron de aparecer. Los habitantes de la calle se preguntaban «¿Dónde está el man de los sándwiches?» Nadie sabía. Ante esto, una trabajadora social del sector, de nombre Carolina, decidió investigar.

Preguntó a los vecinos, tenderos y vigilantes. Nadie le daba respuestas. Hasta que un vigilante nocturno le dijo: «Yo lo vi varias veces. Era un señor mayor. Como de 65 años. Llegaba en moto. Colgaba la bolsa y se iba. Sin hablar con nadie.»
-¿Y por qué dejó de venir?- preguntó la trabajadora-. «No sé. Hace 4 meses que no lo veo».
6 años de generosidad
Carolina publicó en grupos de Facebook de Medellín. «Busco al hombre que dejaba sándwiches en Manrique a las 3am durante 6 años. Dejó de hacerlo hace 4 meses. ¿Alguien sabe quién es?» Su publicación se compartió 8,000 veces en dos días hasta que una mujer comentó: «Creo que era mi papá, pero él murió hace 5 meses». Carolina no dudó, ni un segundo en contactarla.
Se llamaba Lucía. «Mi papá se llamaba Hernán. Tenía 68 años. Murió de un infarto en marzo», contó. «¿Por qué hacía los sándwiches?», inquirió Carolina y Lucía le contó su historia.
En 2015, el hijo menor de Hernán, Sebastián, murió a los 19 años. Era adicto. Vivía en la calle en el centro de Medellín. Hernán lo buscó durante 3 años. Todos los días después del trabajo iba al centro. A buscarlo. Nunca lo encontró. Un día, la policía llamó. Habían encontrado a Sebastián muerto en una esquina de Manrique. Desnutrición. Hipotermia. Hacía tres días que había muerto.
Un triste motivo
Hernán quedó destruido. Se repetía «Si hubiera comido algo. Si alguien le hubiera dado comida. Tal vez no habría muerto». Dos semanas después del funeral, Hernán empezó. Cada noche, preparaba 8 sándwiches. Luego, salía de su casa a las 2:45 de la mañana. Llegaba a la esquina de Manrique, donde encontraron a Sebastián a las 3 AM. Colgaba la bolsa y se iba.
Cuando Carolina preguntó a Lucía por qué lo hacía, ella respondió: «Porque tal vez uno de ellos es el hijo de alguien que todavía lo está buscando.» Hernán era trabajador en construcción. No tenía mucho dinero. Pero cada noche, sin falta, hacía esos 8 sándwiches. Pan. Jamón. Queso. A veces sólo pan con mantequilla, porque no le alcanzaba para más.

«Calculé una vez», dijo Lucía. «En 6 años son 2, 190 días. 8 sándwiches por día. Son 17,520 sándwiches.»
¿Alguna vez conoció a la gente que los comía?
Nunca. No quería. Decía que si los conocía, empezaría a elegir a quién darle y a quién no. Si se mantenía así, sería para quien los necesitara». Carolina decidió compartir la historia en sus redes sociales y se volvió viral en Medellín, después en Colombia.
Habitantes de la calle del sector empezaron a comentar. «Yo comí esos sándwiches durante 4 años. No sabía quién los dejaba. Me salvaron muchas noches.» «Esos sándwiches fueron lo único que comí algunos días. Quien fuera, gracias.» Otro hombre comentó: «Yo era habitante de calle en Manrique. Comí esos sándwiches en 2018. Hoy tengo casa y trabajo. Tal vez no estaría aquí sin ellos.» Lucía leyó todos los comentarios.
El legado de Hernán
«Mi papá nunca supo que ayudó a alguien. Murió pensando que tal vez era inútil. Que tal vez, nadie se los comía.» Sin embargo, un mes después, Carolina organizó algo. En la esquina de Manrique a las 3 de la mañana, se reunieron 43 personas.
Todos habían comido los sándwiches de Hernán en algún momento. Trajeron flores. Velas. Una foto de Hernán que Lucía les dio. Hicieron un minuto de silencio a las 3am. La hora exacta. Lucía estaba ahí. Llorando.
«Mi papá hacía esto por mi hermano. Porque no pudo salvarlo. Pero sin saberlo, ayudó a 43 personas que hoy están aquí.»
Uno de los 43, un hombre de 35 años llamado Rodrigo, dijo:
«Yo estuve en la calle 7 años. Esos sándwiches me mantuvieron vivo literalmente. No sé cuántas veces pensé en rendirme. Pero sabía que a las 3am había comida. Eso me daba una razón para llegar a las 3am. Hoy llevo 2 años limpio. Trabajo. Tengo un cuarto. Existo porque ese señor no dejó de hacer sándwiches.»
La comunidad que se formó a raíz del gesto de Hernán, decidió continuar con la labor a manera de legado. Crearon un grupo de Whatsapp. «Los Sándwiches de Hernán». Las 43 personas se turnan. Cada una hace los sándwiches una noche al mes. Los dejan en la misma esquina a las 3 am. Ya han pasado 3 años desde que Hernán murió. Afortunadamente, los sándwiches no han dejado de aparecer.

Homenaje a Los sándwiches de Hernán
Pero eso no es todo. Además de los sándwiches, en la esquina donde Hernán los dejaba, los vecinos pusieron una pequeña placa en el poste:
«Aquí, durante 6 años, un padre dejó 17,520 sándwiches para hijos que no eran suyos. Porque no pudo salvar al suyo. Hernán, tu hijo está orgulloso.»
Lucía visita la esquina cada mes. Siempre a las 3am.
«Para ver si los sándwiches siguen apareciendo. Porque si aparecen, significa que lo que mi papá empezó no murió con él.» Y siempre aparecen.




